
Por: Nicolás Morales Bustillo – @morini1997
En una época la cual el mundo se encontraba inmerso en una devastadora guerra, lejos de aquel conflicto bélico conocido como la Segunda Guerra Mundial, en un pequeño rincón de Bogotá, capital de la República de Colombia, un grupo de amigos y exalumnos del Gimnasio Moderno encuentran un espacio de reunión en un café, y subsecuentemente, una cancha de fútbol.
Mientras al otro lado del mundo los ciudadanos de Londres encontraban refugios para los bombardeos alemanes bajo tierra en el patio de sus casas o en las estaciones de metro, este combo de bogotanos encontraban su refugio en la pelota, y los bombardeos de este lado del mundo se hacían con esta contra el fondo de las redes.
En el ya extinto café del rhin en el centro de Bogotá, valga la conexión entre el nombre del café y el río en el cual está inspirado, donde al otro lado del mundo el control alemán se imponía en Francia, 16 estudiantes deciden conformar un equipo de fútbol el cual pueda jugar en la Asociación Deportiva de Bogotá. Con una fuerte influencia del ya existente fútbol argentino, se decide dar el nombre de Independiente al equipo, buscando jugar fútbol y competir sin ánimo de lucro.
Independiente solo suena muy desierto, muy vago, entonces se decide hacer un homenaje al lugar donde estaba ubicado el café del rhin, el lugar que sirvió de manera “oficial” como el centro del club, un nombre el cual a sol de hoy sigue siendo la identidad del equipo. Así es, como se le rinde tributo al pasaje Santa Fe, y los dos términos unidos crean el rugido de un león que sigue sonando y sonará para la eternidad, un rugido que de este lado del mundo sonaría más fuerte que nunca en 1948 con la obtención del primer título profesional de fútbol, un rugido que hacía olvidar el estruendo de la guerra, el león rugía, Independiente Santa Fe.
Un pensamiento en “Entre bombas y rugidos: Así nace un león”