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LOS MEJORES 120 MINUTOS DE MI VIDA

Foto: Independiente Santa Fe

Desde la mañana de aquel 9 de diciembre de 2015, se sentía una vibra especial en la capital colombiana, niños, jóvenes, adultos, ancianos y hasta mascotas portaban la hermosa camiseta roja que representa al ‘león’. En las calles, los vehículos llevaban banderas y le echaban pito a los hinchas que ansiosos recorrían Bogotá. Y cuando digo ansiosos es porque realmente este era el sentimiento que se respiraba en el ambiente, pues la final de la Copa Sudamericana estaba por jugarse.

Por: Camila Orjuela @CamilaOrjuelaa

En Argentina se jugó el primer partido en el estadio Tomás Adolfo Ducó, ninguno de los dos equipos logró sacarse ventajas como era de esperarse para una final, dos equipos muy parejos, fuertes en defensa y en el medio campo, Huracán con el temible delantero Ábila y Santa Fe con Morelo. El partido finalizó 0-0, un resultado que no ilusionó a ninguno de los equipos, pero Santa Fe sabía que le podía sacar mucho provecho a jugar el partido definitivo como local.

La cita con la gloria fue a las 7:00 de la noche, las “grafiteadas” puertas del estadio Nemesio Camacho ‘El Campín’ fueron abiertas cuatro horas antes del partido, pues se estimaban 40.000 almas alentando al ‘león’. Recuerdo ingresar sobre las 3:30 p.m. al estadio a tomar el lugar perfecto, ya había bastantes espectadores, no obstante, lo conseguí; sin saberlo me senté cerca del arco sur, donde iban a suceder los hechos más importantes de la noche. 

La noche era estupenda, el cielo estaba despejado, la temperatura era de 14 grados, no podían haber mejores condiciones para ver a mi Santa Fe del alma, efectivamente entraron 40.000 personas al templo capitalino. ‘El Campín’ parecía cubierto por una manta roja, de punta a punta, que cantaba sin cesar, en los rostros de todos los hinchas se notaba la ilusión de ver a su equipo campeón de una copa internacional ante un equipo argentino.

Primer tiempo: en busca del gol

El brasilero, Heber Lopes, fue el juez elegido para tomar las decisiones dentro del campo, siendo las siete en punto de la noche, sonó el silbato. Santa Fe salió con toda la garra, era una oportunidad imperdible, el atacante Wilson Morelo estaba causando molestia en la defensa de Huracán, durante los minutos 12 y 14 se generaron tres tiros de esquina, lo que asustaba a cualquier equipo, pues los ‘leones’ siempre se han caracterizado por ser muy fuertes en el juego aéreo. Intento tras intento, y el ‘león’ no lograba mandar el balón al fondo de la red. A diez minutos de finalizar el primer tiempo, Morelo, acompañado del venezolano, Seijas, crearon una opción de gol que lastimosamente no pudo ser concretada. El grito de gol se quedó atrapado en la garganta de toda la hinchada, que ya estaba un poco desesperada por no ver los resultados de la constante amenaza de los delanteros cardenales. Finalizaron los primeros 45 minutos, ambos equipos se fueron a los camerinos exhaustos por un intenso primer tiempo.  

Segundo tiempo: cabeza fría

Cuando inició el segundo tiempo, Huracán continuó con las misma tónica, propuso  muy poco ofensivamente, tanto así que al minuto 15, Rufay Zapata, arquero de Santa Fe, no había tocado la esférica, el guardametas sólo mandaba energía positiva al resto de ‘leones’, que con anhelo buscaban el gol de la noche. Al minuto 26, se realizó un importante cambio, el uruaguayo, Gerardo Pelusso, sacó del campo Yeison Gordillo e ingresó al eterno ídolo y 10 cardenal… “Omar, Omar, Oeoeoeoe, Omar, Omar” era lo que se escuchaba en las tribunas.

Seguían corriendo los minutos, Huracán con pocas llegadas al arco de Rufay Zapata, por su lado, Santa Fe continuaba atacando, faltando 5 minutos para el fin se presentó un tiro libre a favor del local, es cobrado por la prodigiosa diestra del argentino Omar Pérez, el balón rebotó en la defensa, así que Roa aprovechó para tirar al arco, pero le sale totalmente desviado. Al minuto 44 de nuevo hay falta para el ‘león’, de nuevo el capitán es el encargado de alzar el balón, el zaguero central, Yerry Mina logró cabecear el balón, este golpeó el travesaño izquierdo del arco sur, negándole la oportunidad a Santa Fe. El juez añadió 5 minutos más, no ocurrió nada importante.

Cuando se agotaron los 90 minutos dispuestos, se jugó la prórroga. Ambos equipos ya estaban agotados, no es fácil jugar en la altura de Bogotá, y aparentemente el ‘globo’ iba en busca de los penalties, que por cierto, aquel año habían sido un martirio para el equipo rojo de la capital. Pero ya no había marcha atrás, la definición desde el punto blanco iba a ser un hecho porque tras 30 minutos más de juego, ningún equipo logró anotar.

Llegó el momento que ningún hincha de Santa Fe quería, los penalties. Éramos conscientes de que la suerte no había sido la mejor en anteriores juegos, pero ‘El Campín’ temblaba de lo fuerte que cantábamos y saltábamos. Una vez decididos los cobradores, el juez lanzó la moneda para elegir el arco, Rufay tuvo la suerte de eligir la portería sur.

Los penalties: la recta final

El primer cobro lo realizó Huracán, eran 40.000 voces abucheando al jugador Bogado, el tiro fue al centro y con altura, perfecto para que Rufay lograra puñetear el balón, esta atajada se celebró casi como un gol. Después, el capitán Omar Pérez, anotó, gooool, por fin salió ese anhelado grito, la esférica pasó por debajo de Díaz, arquero de los argentinos. El siguiente tiro, pegó en el poste horizontal del arco, otra celebración con fervor, parecía que la suerte estaba de nuestro lado.

El venezolano, Luis Manuel Seijas, fue el encargado del segundo cobro, lo hizo de una manera muy sutil y engañadiza para Díaz, de nuevo, golazo, nos empezábamos a ilusionar con este sueño continental. Se vino el tercer cobro de Huracán, Federico Mancinelli, lo hizo de manera fuerte y segura, imposible de tapar para Rufay, pero aún más imposible lo sería para Díaz, pues Balanta, lateral de Santa Fe, clavó el balón en el ángulo superior oriental, otra vez gooooool, estábamos a punto de conseguirlo.

Llegó el cuarto lanzamiento, quizá el último, se alista Patricio Toranzo de Huracán y de nuevo el poste les arranca la posibilidad, no sólo de no cobrar más penalties, sino de ser campeones continentales. Sonó el “palazo” y ‘El Campín’ reventó de felicidad. Abrazos, lágrimas, besos y sonrisas inundaron las tribunas y el campo del ‘Coloso de la 53’. Fue un  momento histórico que ningún hincha jamás olvidará.

Independiente Santa Fe, tenía organizada toda una fiesta en caso de quedar campeones, desde el techo del ‘Campín’ reventó mucha pólvora roja, había confeti en todo el campo, los jugadores portaban camisetas con la silueta de la copa estampada y después de que fue entregada la deseada y honorable copa, los jugadores realizaron la famosa vuelta olímpica, cada uno de estos guerreros cargó con orgullo la copa a lo largo del circuito, mostrándonos que el sueño se había cumplido. La copa es de todos, desde ese momento nos convertimos en campeones continentales.

La voz de los hinchas

Días después conversé con algunos hinchas del ‘león’, es así como describen tan recordada fecha:

“El día que independiente Santa Fe quedó campeón tuve una experiencia gratificante, pues, pude compartir con mi familia una de las cuantas cosas que nos une. Es un recuerdo muy especial, ya que, como institución, Independiente Santa Fe fue el primer equipo colombiano en ser campeón de la Copa sudamericana, y aparte de esto, ha logrado ser primer campeón de varios torneos, tanto locales como internacionales. La celebración se alargó por unos cuantos meses, nunca se había dado que Santa Fe ganara un torneo internacional y menos de esta clase, simplemente la felicidad era incontenible. En familia buscábamos cualquier oportunidad para repetir el partido, la celebración, hasta los comentarios de los periodistas. Fue un momento mágico de principio a fin”, dijo María Martinez, hincha a morir del ‘expreso rojo’.

Por otro lado, Nicolás Marín, un joven que no se pierde un partido del ‘león’, siempre acompañado de su padre. “Pues básicamente la Sudamericana para mi fue algo totalmente único e irremplazable. Compartí con mi padre una de las alegrías más grandes a nivel deportivo y una sensación indescriptible entre padre e hijo. Una tradición inculcada por mi padre que después de tantos años para él se convertía en un sueño cumplido para ambos. Un experiencia que recordamos con mucho agrado y compartiremos por mucho tiempo”.

Y tu, cuéntanos ¿Cómo viviste aquella mágica e inolvidable noche cardenal?

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